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¡Recibido, cambio!

El don de la palabra es, en cierta manera, lo que nos hace humanos. Son lo que nos permite avanzar y cooperar como especie, y lo que nos permitió entender y dominar el mundo. Pero al mismo tiempo, las dichosas palabras nos traen todos los problemas interpersonales típicos que no se encuentran en las vidas de ningún otro ser vivo.

Si estudias cualquier conflicto, muy a menudo la causa es de una manera u otra la comunicación entre las partes. En los entornos familiares y los círculos de amigos las relaciones se desmoronan, y las amistades se quiebran por problemas de comunicación. Y los ambientes laborales no se salvan de esta realidad: los errores en el cumplimiento de alguna orden, los trabajos mal realizados y las renuncias demasiado a menudo son producto de la comprensión o formulación incorrecta de un mensaje, o de una incapacidad de encarar a otra persona... En otras palabras, problemas de comunicación.

Y dentro de estos problemas de comunicación, hay un elemento que muy a menudo falta o se utiliza mal: El acuse de recibo. Así que vamos a ver cómo puedes solucionarlo.

¿Qué es comunicar?

Desde una perspectiva muy básica, la comunicación es la acción de transmitir una idea desde un punto A hasta un punto B, con la intención de que esta sea comprendida.

Sin embargo, esta definición esta incompleta. La verdadera manera en la que la comunicación se debe entender es un ciclo. A envía un mensaje a B, B comprende el mensaje, y finalmente B confirma a A que recibió y entendió el mensaje. Este último paso, este último elemento, es lo que llamamos el acuse de recibo.

El acuse de recibo confirma al emisor iniciar que la idea se recibió y se comprendió, y cierra el ciclo de comunicación: “¡Listo!” “Gracias”, “Ok”, “Entiendo”, etc…

Aunque parezca algo trivial, en realidad no lo es. Muchas veces se deja por sentado que la otra persona comprendió el mensaje que se le transmitió cuando no lo hizo. Muchas veces la persona a la que se le habla comprende pero no informa de que comprendió. Y de todo esto fácilmente surgen problemas en la ejecución de órdenes, o conflictos interpersonales.

Digamos que estás hablando con tu amigo, y le dices que va a viajar al extranjero en un mes, y necesitas que te devuelva el dinero que le prestaste para poder costear el viaje. Tu amigo no te da acuse de recibo, pero tu asumes que entendió. Tres semanas más tarde te enteras de que tu amigo no se acuerda de que le hayas dicho que viajabas y no ha ni comenzado a reunir tu dinero, y no puede devolvértelo a tiempo. Y ahora tienes un problema totalmente innecesario en tus manos.

O supongamos que tu madre te dice, desde la cocina, que necesita que compres una libra de arroz. Tu no le das acuse de recibo, pero coges el dinero y sales de compras. Cuando llegas 20 minutos después a tu casa te enteras que tu madre entró en pánico porque no sabía a donde te habías ido, y te regaña por asustarla. Luego, tu te enojas porque solo le estabas haciendo un favor... Y ahora todo el día ambos están estresados y no quieren hablarse, sencillamente porque faltó un acuse de recibo.

Los demás factores

Evidentemente hay muchos factores que contribuyen a que un ciclo de comunicación sea exitoso. El interés del que escucha y la intención del que habla, que las palabras sean entendidas en ambos lados, etc... Pero el acuse de recibo es probablemente el elemento más ignorado de la comunicación, y es por eso que merece que lo resaltemos aquí.

Ahora, hay dos maneras de utilizar esta información: Comenzar a estresarte porque las demás personas no dan acuse de recibo, y repartir regaños. O tomar las cosas en tus manos, y asegurarte -primero que todo- de comenzar a dar buen acuse de recibo tu mismo. Y luego, claro, puedes asegurarte, amablemente, de siempre obtener buen acuse de recibo de los demás cuando les comunicas algo importante.

El buen acuse de recibo es casi mágico. Muchas personas no están acostumbradas a recibir confirmación de que se les escuchó, y aunque puede que no entiendan exactamente porqué, si te se aseguras de darles buen acuse de recibo, sentirán que algo extraño sucede cuando hablan contigo. Y aunque te puede parecer una tontería, se sentirán muy bien.

Cabe aclarar que el acuse de recibo no implica estar de acuerdo. No estamos diciendo “tienes razón”, estamos diciendo “comprendo lo que dijiste”. Sólo estamos confirmando que se ha recibido y entendido aquello que se nos transmite. Y como los buenos acuses de recibo cierran los ciclos de comunicación, evitan que el interlocutor se quede con la duda de si se le escuchó siquiera, y liberan su atención (esto es lo que produce la buena sensación que mencionamos arriba).

Piénsalo, cuando le dices algo a alguien, ¿te gustaría saber si te escucharon y comprendieron? ¿Sí, verdad? Bueno, entonces haz lo mismo por los demás. Y puede que descubras que en tu entorno, poco a poco, dejarán de haber tantos errores, malentendidos y problemas interpersonales.

 

 

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