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La clave de la felicidad

Para nadie es secreto que no es posible tener una vida de solo felicidad. Incluso los niños, discutiblemente las personas más felices de todas, tienen malos momentos. Y en realidad, la felicidad no sería tan especial si no estuviera en contraste con todos los momentos difíciles por los que pasamos en nuestras vidas.

Pero aunque para nadie es posible tener una vida que sea “todo felicidad”, hay una opción mucho menos deseable, pero mucho más plausible, e incluso común, que es una vida sin felicidad en absoluto. Toda persona viva tiene momentos difíciles, de una u otra manera. Pero al parecer no todos tienen momentos buenos. Así que, aunque los momentos de pesar y enojo le dan significado a los momentos de alegría, desafortunadamente no basta tener momentos de tristeza para que la muy dichosa alegría decida aparecer.

¿Qué necesitamos entonces? ¿Cuál es la clave de la felicidad?

Una vida sin sufrimiento parece ser un buen candidato… Pero esto es más una fantasía que otra cosa. Los problemas son una parte esencial de la vida a final de cuentas. Los problemas son los mejores maestros, ya que son bastante difíciles de ignorar, y aún cuando una persona vive una vida aparentemente libre de problemas, como suele suceder con los hijos de algunos ricos, los problemas comienzan a aparecer en la forma de aburrimiento, ineptitud y depresión. Irónicamente, una vida sin ningún problema trae la misma infelicidad que se está intentando evitar.

Como te habrás dado cuenta, los problemas están en el centro de esta discusión. Una falta de problemas trae infelicidad. ¡Pero una abundancia de problemas también! ¿Verdad?

Bueno, no necesariamente.

Todos los malentendidos que tenemos en la sociedad moderna con respecto a la felicidad surgen de una percepción errónea de los “problemas”. La verdad es que los problemas son situaciones que necesitan solucionar. Y el ser humano es, en esencia, un solucionador. Los problemas son nuestro alimento mental. Necesitamos situaciones que solucionar para cumplir nuestra función más básica como seres humanos. Los problemas son nuestra materia prima para construir felicidad.

Esta analogía es bastante funcional. Los problemas son necesarios para producir felicidad y satisfacción, pero el problema en sí no produce satisfacción. Lo que produce esta satisfacción es la acción de solucionarlo. Los problemas causan infelicidad en las personas cuando estas personas son incapaces de solucionarlos. Cuando esto sucede, los problemas se acumulan, y el individuo no sabe qué hacer con ellos, y finalmente, los problemas sin resolver lo aplastan.

Pero sin problemas que solucionar, no tenemos acceso a la satisfacción de solucionarlos, de salir de una situación difícil, de lograr conseguir ese dinero que necesitábamos para irnos de viaje, ese orgullo propio que trae el logro de una meta que nos propusimos.

Incluso las cosas que muchas personas consideran su fuente de felicidad, como viajar, o pasar tiempo con personas queridas, solo llegan después de poder dar solución a los problemas que evitan que hagamos estas cosas. Y si lo único que hiciéramos fuera viajar y pasar tiempo con nuestra familia, te prometo que llegaría un punto en el que la idea de subirte a un avión o un bus de nuevo te daría casi náuseas, y tu familia comenzaría a irritarte como nunca… Es la falta de estas cosas lo que nos hace anhelarlas tanto, y estar tan satisfechos al conseguirlas ¡Siéntete libre de comprobarlo!

La conclusión a esto es en realidad muy simple: Vuélvete un solucionador. Acepta los problemas, y asegúrate de darles respuesta. Por supuesto, en la práctica esto no resulta tan sencillo. Cada problema tiene sus propios tropezones y trancas, y tendrás que aprender cosas nuevas para solucionarlo. Tendrás los inevitables malos momentos mientras te abres camino. Pero gracias a ello, crecerás como persona, y serás capaz de enfrentar problemas cada vez más grandes e importantes, y que te traerá más felicidad solucionar.

A fin de cuentas, esa es la razón por la que estamos aquí…

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